Una de esas joyas que aún queda en Bogotá, donde los precios son justos y la comida no es pretenciosa. Es raro encontrar un restaurante de tan buena calidad, con un ambiente propicio si para todas las clases sociales y con una atención amable y atenta, sin ser exagerada. Las pizzas artesanales son deliciosas, tienen un buen tamaño y todos los ingredientes son frescos. Recomiendo muchísimo este lugar, los vinos también son deliciosos.
Un buen brunch con apuestas atrevidas: waffles de pandebono, de almojabana, de papa. Lo mejor en los desayunos es sin duda el tomate, y todo lo que hacen con el. Areolas de huevo recomendadas, aunque todo lo que es marca Rausch resalta por su precio elevado. Bueno sin ser maravilloso.
Deliciosos y extraños los sabores que ofrece este lugar. En particular, nos encantó el servicio y el ambiente. Pidan platos para compartir porque vale la pena probar varias cosas. El cerro agridulce en bahnmi fue de mi platos favoritos. Las porciones podrían ser un poco más abundantes.
Costoso, pero muy buena comida. Nos gusto en especial el ambiente, comimos en el segundo piso donde hay un sofá grande. Recomendadísimo el pescado!! Con el cordero, las papas, y la entrada de jamón serrano y tomatina también nos fue súper bien. Volveríamos encantados, pero para celebrar porque nos quebramos.
Hamburguesas costosas y no muy especiales. Nos pareció seco el pan, tiesa la carne y como viejas las papas. El servicio también regular. No volveríamos.
El peor restaurante al que ido en toda mi búsqueda. La comida fría, reposada y muy poco Fresca. Pedimos unos spring rolls y llegaron goteando el aceite a borbotones. El mesero nos trató mal cuando le preguntamos si el arroz estaba recién hecho o si lo habían recalentado. Mi peor experiencia en un restaurante chino, que ya en Bogotá de por sí son pocos.
Buen lugar para comer rico y tomarse un refrescante tinto de verano. La atención es cálida y, como ya muchos saben, uno puede hacer su propia pizza, pasta o ensalada. Es divertido y acogedor, el servicio es muy bueno. Para volver definitivamente.
Brunchear en Club Colombia es toda una experiencia: la variedad es impresionante , todo es fresco, delicioso, y la atención es excelente. Una vez pagas el bufete, puedes comer y tomar lo que quieras ilimitadamente. Mi parte favorita fueron los cuadritos de arepa y de plátano que pueden añadirse al huevo. ¡Los pequeños buñuelos y las arepas de huevo son tan crocantes que parecen de mentira! Hay todo tipo de frutas, cereales, calentados, envueltos y tamal. Excelente para un día de indulgencias. ¡Prepararse para no comer en mucho tiempo después de asistir!
La cena clandestina de Castro es una de las experiencias gastronómicas más originales y exclusivas de Bogotá. No hay palabras para describir la calidad y el cuidado que imprimen en cada tiempo (son cinco). El menú cambia con cada asistencia y, en su mayoría, los platos consisten en re invenciones y apropiaciones de la comida tradicional colombiana. Castro juega con las texturas de lo típico, transformando sus propósitos para inaugurar nuevas experiencias en el paladar. La atención es cálida y muy profesional, y visitar el lugar es quizás toda una experiencia en si misma. Puedo decir que es la mejor comida que he probado en Bogotá, a un precio razonable si se tiene en cuenta todo lo que incluye. Para ir sin falta y volver si se tiene la oportunidad.
Uno de mis restaurantes favoritos de Bogotá. Lástima que hayan cambiado el menú y subido los precios, ojalá se mantenga la calidad.
La especialidad son las pizzas, pero los fuertes también son deliciosos. Dentro de las pizzas resalta la María Antonia y, aunque no las he podido probar, dicen que las costillas de credo están de ataque. El pollo y la carne son cuidadosamente preparados, tiernos y frescos, y las porciones son generosas. Tienen un bar increíble: buena coctelería y amplia selección de cervezas. Sin embargo, las sopas son fatales, no las pidan. En especial la de tomate.
Da Quei Matti (Mazurén)
Una de esas joyas que aún queda en Bogotá, donde los precios son justos y la comida no es pretenciosa. Es raro encontrar un restaurante de tan buena calidad, con un ambiente propicio si para todas las clases sociales y con una atención amable y atenta, sin ser exagerada. Las pizzas artesanales son deliciosas, tienen un buen tamaño y todos los ingredientes son frescos. Recomiendo muchísimo este lugar, los vinos también son deliciosos.
Local By Rausch
Un buen brunch con apuestas atrevidas: waffles de pandebono, de almojabana, de papa. Lo mejor en los desayunos es sin duda el tomate, y todo lo que hacen con el. Areolas de huevo recomendadas, aunque todo lo que es marca Rausch resalta por su precio elevado. Bueno sin ser maravilloso.
Taberna Vietnamita Tét
Deliciosos y extraños los sabores que ofrece este lugar. En particular, nos encantó el servicio y el ambiente. Pidan platos para compartir porque vale la pena probar varias cosas. El cerro agridulce en bahnmi fue de mi platos favoritos. Las porciones podrían ser un poco más abundantes.
Bruto
Costoso, pero muy buena comida. Nos gusto en especial el ambiente, comimos en el segundo piso donde hay un sofá grande. Recomendadísimo el pescado!! Con el cordero, las papas, y la entrada de jamón serrano y tomatina también nos fue súper bien. Volveríamos encantados, pero para celebrar porque nos quebramos.
Juan Burgers (Containers)
Hamburguesas costosas y no muy especiales. Nos pareció seco el pan, tiesa la carne y como viejas las papas. El servicio también regular. No volveríamos.
Alice`s
El peor restaurante al que ido en toda mi búsqueda. La comida fría, reposada y muy poco Fresca. Pedimos unos spring rolls y llegaron goteando el aceite a borbotones. El mesero nos trató mal cuando le preguntamos si el arroz estaba recién hecho o si lo habían recalentado. Mi peor experiencia en un restaurante chino, que ya en Bogotá de por sí son pocos.
D`amici
Buen lugar para comer rico y tomarse un refrescante tinto de verano. La atención es cálida y, como ya muchos saben, uno puede hacer su propia pizza, pasta o ensalada. Es divertido y acogedor, el servicio es muy bueno. Para volver definitivamente.
Club Colombia
Brunchear en Club Colombia es toda una experiencia: la variedad es impresionante , todo es fresco, delicioso, y la atención es excelente. Una vez pagas el bufete, puedes comer y tomar lo que quieras ilimitadamente. Mi parte favorita fueron los cuadritos de arepa y de plátano que pueden añadirse al huevo. ¡Los pequeños buñuelos y las arepas de huevo son tan crocantes que parecen de mentira! Hay todo tipo de frutas, cereales, calentados, envueltos y tamal. Excelente para un día de indulgencias. ¡Prepararse para no comer en mucho tiempo después de asistir!
Castro Cocina
La cena clandestina de Castro es una de las experiencias gastronómicas más originales y exclusivas de Bogotá. No hay palabras para describir la calidad y el cuidado que imprimen en cada tiempo (son cinco). El menú cambia con cada asistencia y, en su mayoría, los platos consisten en re invenciones y apropiaciones de la comida tradicional colombiana. Castro juega con las texturas de lo típico, transformando sus propósitos para inaugurar nuevas experiencias en el paladar. La atención es cálida y muy profesional, y visitar el lugar es quizás toda una experiencia en si misma. Puedo decir que es la mejor comida que he probado en Bogotá, a un precio razonable si se tiene en cuenta todo lo que incluye. Para ir sin falta y volver si se tiene la oportunidad.
Madre
Uno de mis restaurantes favoritos de Bogotá. Lástima que hayan cambiado el menú y subido los precios, ojalá se mantenga la calidad. La especialidad son las pizzas, pero los fuertes también son deliciosos. Dentro de las pizzas resalta la María Antonia y, aunque no las he podido probar, dicen que las costillas de credo están de ataque. El pollo y la carne son cuidadosamente preparados, tiernos y frescos, y las porciones son generosas. Tienen un bar increíble: buena coctelería y amplia selección de cervezas. Sin embargo, las sopas son fatales, no las pidan. En especial la de tomate.