Nueve

Un restaurante a puerta cerrada que reúne dos cosas importantes, excelente comida y servicio inmejorable. El menú no tiene plato malo, y el sommelier te habla con propiedad de los vinos para acompañar tu comida. Célebre mi cumpleaños allí, y lo volvería a hacer sin pensármelo dos veces!

El timbal de tartar de atún es lo máximo, los pistachos le dan un toque crocante super rico. Definitivamente es un sitio para ir a tapear y tomarse. La atención es muy buena. No me mata el concepto de tienda ahí mismo, personalmente, si voy a comer es a comer, no a mirar ropa.

Interesante propuesta con platos pequeños, como para compartir en grupo probando diferentes texturas y sabores, utilizan bueno ingredientes locales cuya preparación algunas veces rememora a España. Al principio parecieran pequeñas las porciones, pero después de tres órdenes ya te sientes satisfecho. Se pueden hacer combinaciones interesantes de mar y tierra. Eso sí, el servicio debiera advertir sobre el grado de picante, pues en Bogotá no es que sea corriente la comida "very hot".

Buen concepto como espacio reservado. Anuncian una numerosa opción de vinos que no es posible consultar, sin embargo el somelier consulta gustos básicos y con base en ello selecciona. Las opciones de platos para compartir es más limitada pero ofrece combinaciones poco usuales. Algunos para resaltar: Los dumplings de lechona y huevos de codorniz fueron una sorpresa con buen balance de texturas y sabores. Los cacio y pepe de palmitos del Putumayo tenían un exceso de crema, no queso. Las lumpias de pato son un clásico imperdible. Los cócteles también van del parecer del bar atender. No se pueden salir del libreto. Si la respuesta que das se sale de los parámetros que ellos establecen, no saben cómo manejarlo. En cuyo caso estaría bien tener acceso a la lista de vinos y licores.

Lugar hecho para los amantes del vino... Tapas que te permiten pasar por muchas cepas y asi muchos aromas... Poco pretencioso y si muy acogedor.