Una experiencia diferente, con puntos positivos y otros no tanto. El restaurante es muy bonito, con un ambiente de casa vieja, los objetos de la casa, los que seguramente algún día usó la familia, entrega un sentimiento de hogar muy acogedor. El servicio es impecable, siempre preocupados porque todo salga bien. Los platos: tal vez la mejor presentación visual de todos y cada uno de ellos. Una obra de arte cada plato. HERMOSOS y esto propone todo un reto porque uno se imagina que todo sabe como se ve, pero… La entrada de Pirarucú no tenía nada de sabor, y al decir “Nada” era eso: nada. La ensalada Burrata estaba deliciosa, tal vez lo que más nos gustó de lo que comimos. El corte New York tenía buen sabor, pero no era sobresaliente, esos sí, el chimichurri y la salsa de pimentones, fantásticas, y finalmente, Salmón en salsa de curry: el salmón de excelente calidad, pero el curry no agregó nada de sabor, perfectamente lo pudieron haber servido sin esa salsa. Habría sido igual. Nos llamó mucho la atención la intención por encontrar nuevos sabores, en este caso, toda una exploración por sabores del amazonas. Volveremos? Seguramente: el ambiente, la atención y el haberse tomado el tiempo de escucharnos y aceptar nuestras sugerencias nos invita a volver y a seguir explorando todo lo que acá ofrecen.

Sin duda por su ubicación y precios, debería ser mucho más. Lo destacable en este restaurante es la atención. Son muy amables y diligentes, se preocupan por hacerte sentir bien, pero deben mejorar en la comida y en el ambiente. Resumen: La comida está bien, apenas bien, con buen sabor y temperatura y una cantidad generosa, pero le falta el "punch" del que habla un chef en televisión. Nada descollante ni destacable. Sentimos que la pasta que pedimos (tres quesos y pasta con carne), se puede comer en cualquier otro restaurante. Eso sí, la crema de tomate, fabulosa, aunque muy tibia para nuestro gusto. Deberían ambientar mejor, tener más música, generar un ambiente acogedor, más adornos, que se sienta la experiencia. Volvemos? uhmmmm... de pronto, si nos invitan. Por cuenta propia, no lo creemos mucho.

Misterioso, Underground, de look antiguo, elegante, casi como si pareciera el sitio de reuniones de una cofradía. Una experiencia diferente que inicia desde el ingreso mismo en el que un ascensor te lleva bajo tierra e ingresas a un lugar a media luz, con excelente música, con un ambiente que te invita a recorrer cada rincón y verlo todo al detalle. La comida, maravillosa. Tal vez una de las mejores carnes que he comido, servida sobre una parrilla personal con carbón encendido. Todas las recetas son especiales, con toques orientales, con sabores diferentes. El postre "Natilla", que es una combinación de Arroz con leche, Creme Brulée y Crema catalana es una fantasía. Una experiencia verdaderamente diferente, inolvidable, que podrás vivir si tienes el bolsillo para ello, porque en realidad es bastante costoso. Es uno de esos lugares a los que uno siempre querrá volver, pero pocas veces podrá hacer realidad.

Una excelente sorpresa. Llegamos porque el restaurante que buscábamos ya no existía, y fue sensacional. Un fantástico lugar de hamburguesas artesanales. EL AMBIENTE: Pequeño, acogedor, muy limpio, muy bien decorado, y con excelente música. gran atención al detalle. SERVICIO: todos, todos muy amables, pendientes de nuestras necesidades. Un poco demorada la preparación de las hamburguesas, pero valió la pena la espera LA COMIDA: pedimos La Chingona y La Jacks. WOWWWWW, cargadas de sabor, texturas y los mejores ingredientes. Desde el pan, crocante por fuera y suave por dentro, hasta la carne, sazonada de maravilla, estas hamburguesas artesanales no tienen nada que envidiar a otras de mayor fama. TIP: salsa de pimientos para las papas es campeona.

El lugar es bonito, bien cuidado, atendido por gente muy joven. En esta ocasión pedimos una “torta para enamorados” de frutos rojos, un dos tazas de café (bourbon y Gesha) nos fue bien, pero hasta ahí. El café era de buena calidad, la torta estaba rica, pero el servicio se limitó a tomar la orden y servir. No sentimos esa calidez que deberíamos sentir en un café. Digamos que nos faltó ese “je ne se qua” (o como se escriba). De todas formas, quien ame el buen café saldrá satisfecho de este lugar.

Una experiencia maravillosa de principio a fin. Aunque por llegar tarde perdimos la reserva, de inmediato nos ayudaron y nos ubicaron una mesa en el tercer piso. EL AMBIENTE: hermoso, cálido, elegante, creativo. Un lugar con atención al más mínimo de los detalles. EL SERVICIO: te tratan como si fueras el cliente favorito, desde el primer minuto al último. Te asesoran, te cuidan, están pendientes de tu confort todo el tiempo. La vocación por el servicio es legítima. LA COMIDA: inolvidable! de entrada pedimos FRITTO DI MARE, un surtido de mariscos fritos con un par de salsas, que casi nos hace pensar en pedir otro igual y nonpedir plato fuerte. Pedimos dos pastas: Arrabiatta y Tartufo. espectaculares!!!! con sabores que no sw disfrutan en ningún otro lugar. LAS BEBIDAS: por favor, por favor, no dejen de pedir sus cocteles. El SOLE MIO es una fantasía de tequila que querrán repetir. Es un restaurante TOP, con calificación máxima en todos los aspectos. costoso? sí, por supuesto, pero vale cada centavo que se paga.

Deliciosa comida italiana. EL AMBIENTE: bien, cómodo, aunque para lo gusto le faltaba personalidad. En el piso que estábamos (tercero) no había música y los vecinos hablaban y reían muy duro… LA COMIDA: deliciosa. Esta vez no pedimos entradas, nos fuimos directo con Ravioli Trentino (en la foto), Ravioli al pesto y Lasagna Bolognesa. Acompañamos con refresco italiano, una bebida de flor de jamaica, toronja, gas y mandarina. (muy rica) SERVICIO: Excelente. muy amables y rápidos. Es de destacar que cuando sirven, llegan varios meseros a la mesa con todos platos al mismo tiempo. Un sitio muy rico para ir a comer pasta o combinación de pasta y carne. Recomendado son lugar a dudas.

Decir “qué rico que comimos” es una de las cosas más reconfortantes que pueden pasar en la vida. Qué gran experiencia!!! vamos por partes: El lugar: le doy tres estrellas porque pueden tener aún un mejor ambiente, mejorar la decoración y sobre todo, bajar un poquito el volumen de la música. Conozco otras sucursales y a esta le falta más “calor”. Las entradas: MAGNÍFICAS!!! pedimos Rollers, que son una locura de sabor y texturas. También ordenamos Chili Cheese Dip: totopos hechos en casa con una salsa maravillosa de chili y queso con jalapeños!!! wow!!! Las alitas: Nada qué hacer: son una fantasía. Crocanticas pero suaves, en la temperatura correcta, sin grasa, y la salsa teriyaki que pedimos estaba de maravilla. QUÉ RICO QUE COMIMOS EN BUFFALO WINGS!!

Un restaurante que prometía mucho pero resultó lo más normal. El sitio: impecable, con buen espacio y luz. Es bonito aunque para nuestro gusto le faltaba algo de ambiente… nos sentíamos en un restaurante muy casero El servicio: excelente. Muy amables y eficientes. La carta: si bien es amplia y variada, no presentan postres ni bebidas La entrada: pedimos en antipasto especial para iniciar. Es una ensalada de champiñones, lechuga, berenjena (deliciosa), zuccini, brócoli, queso, tomates secos, aceitunas y espinaca. Es un plato 100% recomendable, que va mejorando en sabor a medida que lo vas comiendo. Plato fuerte: una terrible decepción. Pedimos Penne a la quatro fungi al forno y nos imaginamos una delicia de cuatro quesos como lo hemos probado en otros lado. Nada de nada. Un plato simple, sin sabor, sin poder ni balance. También pedimos spaguetti al Pesto. La verdad han sido los spaguetti más secos que he probado en mi vida. Y ni pan trajeron!! Las bebidas. Solo habían dos jugos: uva y mango. Y al pedir cerveza no ofrecían cerveza nacional. Eso no nos gustó para nada. No tocó marca mexicana Volvemos? Definitivamente no. La relación costo/beneficio estuvo muy inclinada en favor del costo.