Mucho negocio, poco arte... 7-16 está ubicado un una casa increíble y la remodelación quedó perfecta. Sin embargo, este "steakhouse" deja mucho que desear. Empecemos con el servicio: fui un domingo, el sitió estaba casi lleno, pero era caótico el tratamiento a los clientes. A nosotros nos trajeron un jugo de otro sabor, un plato fuerte sin el acompañamiento, una carne sin la salsa solicitada y un expreso frío. Increíblemente triste e inexplicable! Pedimos de entrada el pulpo a la plancha. Estaba delicioso. Viene acompañado de una mayonesa casera espectacular. El tartar de lomo simplemente no es un tartar de lomo. Efectivamente se trata de una carne pero con aguacate y tomate... Que horror de adaptación! De plato fuerte el lomo estaba rico, pero no al nivel de un restaurante que se define como un "steakhouse". Finalmente me trajeron la salsa adecuada: una mantequilla con aroma de trufa... Muy mala. El salmón a las finas hierbas estaba muy cocido, situación acentuada por el hecho que lo pedimos apenas sellado. Las gambas al horno de leña estaban muy bien condimentadas pero también muy cocinadas y muy pequeñas para el precio. Se trata de cuatro gambas que son claramente insuficientes. Para evitar más desilusiones decidimos pedir unas paletas que no tienen pierde y son deliciosas. La de arequipe es deliciosa! En Bogotá desde hace un par de años tenemos una muy buena oferta gastronómica. Leo Katz fue un visionario en nuestra ciudad, pero se quedó disfrutando la gloria del pasado y se está quedando muy, muy atrás...la cocina no debe ser sólo un negocio, sino también un arte. Poco arte en este restaurante.
