¡RECOMENDADÍSIMOS LOS POSTRES! Fui con un grupo de 8 personas. Nos permitieron reservar con poco tiempo de antelación y nos atendieron oportunamente. El sitio es amplio, así que se presta para grupos grandes. El servicio estuvo dentro de lo normal: nos explicaron la carta, los ingredientes, las recomendaciones, nos sirvieron pronto y de acuerdo con lo que cada uno había ordenado. El ambiente también estuvo bien, buena música, a buen volumen. La comida es muy rica, buenas porciones, buena temperatura.

Es un restaurante bonito, pero la atención del personal lo arruina todo: Aunque tenía reserva, se demoraron muchísimo en atendernos, parecía que había que recordarle a los meseros que estábamos allí sentados, y cuando por fin llegó el plato fuerte, resultó que no era lo que yo había pedido; el plato correcto me lo sirvieron cuando los demás ya estaban terminando su almuerzo. La comida es normal, hay otras pizzerías artesanales en Bogotá que ofrecen opciones más interesantes. Las pastas estaban secas y desabridas. No lo recomiendo para un almuerzo tranquilo, porque, además, la música está a un volumen que lo obliga a uno a gritar o a callar, lo cual es aceptable para una tarde de cócteles, pero no para un almuerzo entre semana.

Hace unos años había tenido una mala experiencia en este restaurante y solo hasta la semana pasada me animé a darle una nueva oportunidad... No me arrepiento ni por un segundo. Nos atendieron divinamente, la comida se sirvió a tiempo, con temperatura perfecta y sabor espectacular. Una recomendación: si van a asistir en grupos grandes, es una buena idea pedir los platos por adelantado.

Es un restaurante ideal para celebrar ocasiones muy especiales. No apto para personas cuadriculadas y aceleradas. El sabor de cada uno de los platos (y de las bebidas y hasta del pan) es inesperado, pero delicioso. Por eso, es esencial la guía que los meseros siempre están dispuestos a dar. Nos describieron a la perfección cada plato, sus ingredientes y la forma en que fueron preparados, generando una expectativa adicional a la que ya teníamos tan solo con entrar al sitio.

El restaurante está ubicado en una casa restaurada, frente a la biblioteca Luis Ángel Arango, pero tan pronto como se atraviesa la puerta, el ambiente nos traslada como por teletransportación a la tierra de los pandas y el bambú. La comida: deliciosa. Recomendado el sushi con chicharrones de pulpo y el pad thai. Ofrecen cervezas artesanales, muy buenas también. El mesero nos supo guiar por la carta para escoger los platos perfectos para cada uno. ¡Deli!

Primero, lo regular: sentí que estaba entrando a un bar, empujando gente, luces tenues y música a alto volumen. Sin embargo, una vez nos sentamos, todo fue fabuloso: Atienden muy bien y la comida es excelente; platos bien servidos, buena temperatura, buenos ingredientes. Yo comí punta de anca suave y jugosa, con papas sour en su punto y... me trajeron un brownie con helado ¡y una chispita mariposa! por ser mi cumpleaños :)

Nos encantó este restaurante. La comida es deliciosa, la atención es muy buena, excelente la música en vivo. Prohibido solo para antitaurinos radicales.

Excelente relación calidad-precio. Un poquito demorados en servir, así que hay que ir con tiempo. Recomendado acompañar los platos con limonada de panela.

Muy rico. Se puede ir en familia y también en pareja. El fin de semana hay música en vivo, muy agradable. Tanto las carnes, como las pastas y la pizza son una delicia y el personal está atento a las sugerencias de los comensales.

Fui a almorzar, el sitio es un poco oscuro pero nos atendieron muy bien, el mesero incluso se esmeró explicando en inglés cómo era el maracuyá. Sin embargo, creo que es un sitio pensado más para la tarde que para la hora del almuerzo, es un poco estrecho.