El Pórtico

Empezando por el ambiente, me pareció un sitio encantador para compartir en familia. El ambiente es amigable y fuimos con bebés y nos atendieron con mucha amabilidad. Tenia mis dudas con respecto a la comida por los comentarios que leí, pero a mi me parecio delicioso todo lo que ordenamos. Desde las empanaditas, patacones hasta la carne a la fragua que es espectacular con ese hogao sobre las papas y yuca. Es una cosa adictiva! Los postres tambien estuvieron deli.

Este es un restaurante de amores y odios. Aunque creo que somos más los que lo queremos. Debo cuidarme, mi inmenso cariño por este lugar puede hacerme perder la objetividad. El Pórtico es sobre todo un restaurante para sentarse a disfrutar del entorno y su comida. Olviden el afán, no lo dejaran entrar. Este restaurante (que es un jovencito de alrededor de los 45 años), ha sabido tomar lo sencillo de la comida para que se pueda disfrutar. No esperen una carta larga y generosa; pero les puedo garantizar que en ella encontraran algo que será de su gusto. La carne a la fragua (no más allá de ¾ por favor!) encierra el sabor del alimento preparado en la Sabana de Bogotá hace casi 100 años. La paella es deliciosa, el ajiaco esplendido. Disfruten de la espinaca frita, se diluye en su boca y siempre quedara con ganas de más. Los platanitos con tocineta?? Son buenísimos!!! El corazón del restaurante está en su gente. Jorge Pradilla, el gestor de este lugar; merece un gran reconocimiento por haber logrado. mantener su identidad contra viento y marea. Se que no ha sido fácil pero es un lugar que nos enorgullece a todos los que por años hemos disfrutado de el. Aun espero que algún día preparen arroz blanco!!! Ahora lo confieso. No voy a ser objetivo…solo vayan y califíquenlo ustedes mismos. No olviden caminar por los alrededores después de comer.

La comida del Pórtico es buenísima. La carne a la fragua y el ajiaco son buenísimos. Las empanadas tambien son muy buenas. Sin embargo, el servicio es demasiado lento.

No es mi favorito, pero se puede comer bien el fin de semana en un ambiente campestre y sin alejarse demasiado de la ciudad.

Un lugar increible para almorzar y pasar la tarde, sobre todo en la terraza. La comida es buena.