El regreso de la Pizza Nostra a Bogotá ha sido uno de los más esperados. Sus pizzas fueron las primeras que muchos de nosotros probamos cuando niños, en las décadas de 1970 y 1980, así que las expectativas eran altas. Incluso las pizzas personales son generosas en tamaño, con buenos ingredientes (aunque no tan abundantes en el caso de las proteínas, con excepción del queso). La masa es como yo la recordaba, no muy delgada, no muy gruesa, pero crocante. Conserva también la cantidad justa de salsa. Es una pizza agradable, sencilla, de muy buen sabor, nada sofisticada o gourmet. Faltó el pan con ajo que siempre llevaban a la mesa, independientemente del plato ordenado, en la etapa original del restaurante. Lo que más me ha gustado es la relación precio/calidad. Los precios son muy competitivos. La carta, además de pizza, ofrece una variedad de ensaladas, lasagnas y carnes. El local es amplio, pero no tiene tantas mesas como uno imagina. No obstante, es fácil acomodar grupos grandes. No hacen reservas, así que sugiero llegar temprano. No es raro tener que hacer cola.
