Pedí una sopa de la casa, un crepes de pollo Pekín y una limonada natural. Lo que me sorprendió fue la sopa, llegó en 5 minutos, bien caliente, espesita y con un muy buen sabor acompañada con el pan artesanal del lugar. La sopa dura un buen tiempo caliente así que puedes charlar sin preocuparte por que se vaya a enfriar. El pollo Pekín estuvo bien logrado, justo con el sabor particular que buscaba. Quizás la salsa va en contra de la receta tradicional china pero le da el sello distintivo de Crepes. La limonada venía con demasiado hielo y me hubiera gustado endulzarla con panela pero no tenían. Al servicio le falta bastante; la mesera estaba distraída e interrumpió varias veces a los comensales. Sin embargo, es entendible por la cantidad de demanda que hay a medio día. Pero creo que se puede mejorar. De todas formas, una de las mejores opciones para un almuerzo despreocupado en Bogotá.
