Fuimos en grupo y pedimos distintos platos para compartir. La experiencia en general se siente forzada y exagerada, los meseros están como intentando venderte algo todo el tiempo, no dejan a los clientes conversar tranquilos. De los platos que pedimos lo que más nos gustó fueron las carimañolas, el coliflor rostizado y el pork belly. Soy amante de las croquetas y puedo decir que nunca en mi vida había comido unas tan malas, pedimos las de setas y las de pulpo y las dejamos todas, estaban incomibles.

Las entradas son un poco limitadas, las pastas que pedimos estuvieron bastante buenas, en especial la de trufas, la de queso parmesano y la amatriciana, la pasta al teléfono le falta un toque, estaba ok y eso que le agregamos tocineta. El tiramisú estuvo increíble y el helado de pistacho muy bueno también.

El menú es un poco limitado, fue poco lo que pudimos pedir ya que tienen muchas opciones con cosas crudas y había una embarazada en el grupo. Pedimos la hamburguesa de cordero y estuvo muy buena, también pedimos burrata, no me encantó porque estaba un poco dulce.

De mis favoritos en Bogotá, pedimos de todo un poco y todos los platos estuvieron muy buenos, la pizza deliciosa, el risotto increíble, mega recomendado. La atención no fue la mejor, no se sabían el menú, se contradecían luego de 10 min de haber pedido unas entradas no indican que no habían.

Buen lugar para brunch y desayunos, la canasta surtida está buena. Pedimos varios platos las tostadas francesas y los waffles fueron los mejores, los pancakes un poco secos, los benedictos nada del otro mundo y la tosta de aguacate no nos gustó para nada, tenía tanto aguacate que se aguó todo el pan, la proporción no es la correcta.