En día 7 de enero de 2018, visite por primera vez el restaurante La Puerta de la Catedral, ubicado en el centro de Bogotá, con dos turistas extranjeros que deseaban comer comida criolla. Solicitamos jugos, los cuales demoraron como 40 minutos para servirlos y llegaron despues de la comida. Llegaron los 4 platos solicitados y en mi caso que solicite una trucha a la plancha, al probarla mal sabor y aspecto crudo. Llame a la persona que nos había atendido y me manifestó que si quería cambiar el plato por una carne, la cual acepte, pero esta regreso a los 5 minutos, diciendo que el plato no se podía cambiar, porque la persona de la cocina decía que estaba bien, que si no deseaba comermelo que me lo llevara para la casa. Le dije, que no deseaba ninguna de las cosas. No regreso, cuando baje a solicitar la cuenta en la caja y a poner mi queja, pues nunca pude almorzar, la respuesta era que debía cancelar el plato solicitado, para lo cual me negué ya que no lo había consumido y este me fue traido en una caja para llevar. Le dije que pagaba el resto de la cuenta, pero este plato no. Procedieron entonces a llamar la policia. Estos llegaron y les explique lo sucedido. Fueron y hablaron con la coordinadora de servicio y procedí entonces a pagar el resto de alimentos consumidos. Nunca me había pasado una situación de esta en ningún restaurante. Me moleste mucho y ahí si despues de llamar la policia, la coordinadora se mostró preocupada por su imagen ante los otros clientes que escuchan mi queja. Creo que no conocen la palabra cliente ni tampoco la palabra servicio. En ese momento entendí la pésima atención de los meseros, si así tratan a un cliente como trataran a un empleado. Que verguenza que en una zona turistica y en Bogotá, existan este tipo de lugares y situaciones, que dañan la imagen de nuestro país.