Muy decepcionante. La comida fue menos que regular. No creo que dure mucho la novedad si no mejoran la cocina. La pizza fue una cascara seca, desabrida, con el queso ya cuajado cuando la recibimos, con unas hojas marchitas de rugula y tres telarañas de roast beef. La entrada de atún crudo, eran literalmente dos bocados sobre unos chips que parecían nachos y que interferían con el sabor del pescado. No volveremos.

Este era un restaurante italiano consistentemente bueno sin ser sobresaliente. Esta vez nos llevamos una gran desilusión. Sus gnocchis habian sido siempre buenos pero esta vez nos sirvieron un plato de piedras desabridas con una salsa de funghi que mas parecía un betún café sin asomo de hongos. Nos cobraron un precio mas que excesivo $36,000 pesos por este plato incomible. Los excelentes gnocchis en un excelente restaurante italiano muy de moda, cuestan $14,900. El ambiente también nos pareció poco acogedor, oscuro y anticuado. Se han dormido sobre sus laureles y los precios están totalmente fuera de proporción con lo ofrecido.

Sitio de moda pero no ofrece nada extraordinario. La acústica es terrible, así es que hay que gritar para que tus compañeros de mesa te oigan. El menu es bastante limitado y la comida está bien pero nada especial. El servicio si es muy amable. No creo que vayamos a volver, habiendo tanta variedad de sitios similares y mejores, de donde escoger.

Un restaurante que tradicionalmente fué excelente presenta una deterioración total y triste. me refiero al sede campestre. Los individuales de plástico manchados de moho, las servilletas rotas y la comida cocinada sin ningún cuidado o esmero. La salsa bearnesa estaba cortada, la salsa de queso azul un engrudo inapetente, y el pescado seco y duro. El creme brulee espesado con maizena y el gateau viejo, desabrido y con un deje de sabor a nevera. Salimos muy desilusionados y no volveremos.