Al pasar en el carro frente al sitio no me queda más que detenerme y entrar, es bastante llamativo el ambiente del local, invita a entrar. Lastimosamente el recibimiento del mesero es: oiga ahí no se puede dejar el carro, le pregunto donde puedo dejarlo y me responde con un rotundo: no sé; Igual entro y pruebo el café, la red velvet y el coissan de chocolate y me llevo una maravillosa sorpresa. La comida estuvo muy rica y para culminar con una disculpa del administrador por el actuar del mesero. Eso sí q me gustó más. Y quedé con la duda de si debía dar o no propina.