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Se siente el sabor casero del Sombrero. Su decoración tradicional (sombreros, mantelería, colores, calaveras) nos llevan al imaginario popular y rural de México. Sorprende el sabor sereno de sus platos, porque la salsa picante, muy picante y extra picante son caseras y debe ser el cliente quien elija libremente el termómetro de picante que le va a meter a su plato seleccionado. Me gustaron mucho los jalapeños rellenos (de tocineta y queso y manchados con mostaza y miel), picantes por naturaleza, pero excelente combinación. En la decoración hay sentido por los iconos patrios mostrados al estilo pop art. fotos duplicadas de Jorge Negrete de diferentes colores, de Blue Demon, de Pancho Vila, de María Félix, de Frida Kahlo. Hay una carta extensa de quesadillas, fajitas y burritos como platos fuertes, la combinación del relleno de los burritos es extraordinaria, muy familiar, como hecha en casa. Los entrantes seducen, las sopas, he echado de menos un aguachile, algo suave para las noches. La cerveza michelada a lo mero macho es brutal, y si, pica, no la recomiendo para los clientes que tengan un fuego en los labios, la reacción de escozor puede ser tremenda. Un buen restaurante mexicano con los platos ya tradicionales que conocemos los buscadores de esta cocina vieja y variada. La música? no se concentran en rancheras y eso esta bien, pero el exceso de Maná.........

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