Al haber estado en el restaurante varias veces con mi familia (donde siempre nos fue muy bien), decidimos volver el domingo 12 de enero de 2014. Quisiera empezar por decir que en muy pocos lugares nos habíamos sentido tan decepcionados por la calidad y sabor de la comida, ni por el pésimo servicio.
Al llamar al restaurante, nos dijeron que ese día atendían desde las 12:30 m hasta las 4:30 pm, así que llegamos allá a las 2 de la tarde. Desde que nos sentamos empezó la mala experiencia: se demoraron unos 20 minutos en traernos el menú, y otros 20 tomándonos el pedido. En este momento, el mesero nos indicó que el servicio "iba a estar demorado" y que los platos tardarían "unos 40 minutos" en llegar, a lo cual respondimos que no había problema, pues sabíamos que en el lugar hay un sólo chef (el dueño, de nacionalidad india por supuesto), cuya manera de cocinar nos había encantado en ocasiones anteriores. Es decir, por la calidad de la comida, considerábamos que en serio valía la pena tal espera. También se nos dijo que no tenían yogurt ni mango, así que no pudimos pedir el delicioso mango lassi y nos tocó conformarnos con unas aguas y unas coca colas.
Transcurridos unos 30 minutos desde que ordenamos, el mesero se nos acercó diciéndonos que nos tendrían que cambiar las entradas y uno de los panes que habíamos pedido, pues se les había acabado el queso. Tuvimos que reemplazar el delicioso paneer que habíamos pedido por unas samosas que no fueron nada del otro mundo. Igualmente, no pude comer el cheese masala naan que había ordenado.
Para terminar, los platos principales terminaron llegando a nuestra mesa a las 4 pm, es decir 2 HORAS DESPUÉS de haber llegado al restaurante. Para colmo, la comida estaba TERRIBLE: todos los platos súper aguados (seguramente porque se les acabó el yogurt), no se les sentía casi ningún sabor, un chicken korma que de korma no tenía nada pues sabía a puro "guiso", dos butter chicken que nada que ver y lo peor, un mughlai lamb que NO sabía a cordero sino a una carne de res de mala calidad. Adicionalmente, al servirnos nos dijeron que 2 de los 5 platos que habíamos pedido llegarían sin arroz, pues éste TAMBIÉN se les había acabado. Se podrán imaginar nuestra molestia y decepción.
En resumen, el problema que tiene el sitio es que ha venido cogiendo fama, especialmente a raíz de una muy buena crítica publicada en El Espectador a principios de enero de este año, PERO el dueño no ha sabido manejarlo y continúa comprando cantidades insuficientes de ingredientes clave en esta cocina (yogurt, queso paneer, arroz etc). Esto es inaceptable en un restaurante, pues revela la falta de profesionalismo del chef y dueño en manejar un negocio que al parecer se le salió de las manos. Otro aspecto es que el dueño no tiene a nadie que le ayude en la cocina, y tiene UN SÓLO MESERO, quien es el que debe lidiar con los clientes molestos e impacientes pero que por supuesto no tiene la culpa en nada de esto. Por último, es el colmo que digan que abren hasta las 4:30 pm cuando a las 3 pm llegaron varias personas (incluso un grupo que había venido desde Chía a probar este "fantástico" sitio) y les dijeron que no había servicio (obvio, porque ya no tenían mercado, un DOMINGO, que es cuando generalmente las familias salen a almorzar!). Después de todo el fiasco, el chef ni siquiera fue capaz de pedir disculpas por los inconvenientes. El que debe tratar con todos los molestos clientes es, como dije, el pobre mesero.
En fin, una pésima experiencia que me lleva simplemente a concluir que a este sitio tan mal manejado NO VOLVERÉ.
