Es un ambiente chévere, bohemio, y si se quiere, romántico. La atención es buena. Pedimos torta de zanahoria, cheesecake de maracuyá, limonada de coco y café frío con chantilly. Estuvo bien, pero nada del otro mundo. Algo que no concuerda mucho con los precios, porque son un poco altos para lo que es la comida.