Una colosal pena que no sea un restaurante para demorarse. Preparado para un menú ejecutivo, y eso significa comer rápido y salir volando. El lugar es añejo por excelencia, su decoración podría buscar mas identidad, pero su propiedad reside en el saber hacer correctamente los menús. David es un mago, un frontman calidoso que nunca defrauda. Los menús se repiten, pero nunca decepcionan, uno sabe a lo que va, las porciones, las justas, ligeras, sin pasarse, y eso, se agradece cuando uno quiere meterse esa bandeja paisa y no aparece de las tripas de la cocina ese saurio de harinas y grasas que rozan lo grotesco, repito, medidas justas y ordenadas. Si se llena en lugar aparece el fantasma de los restaurantes: demora, pero salen bien librados si la paciencia del cliente es sobrada. Es un lugar tranquilo, con espacios suficientes para perderse entre sus paredes cargadas de motivos musicales, (nunca fallan los Beatles). Recomiendo visitarlo, es la joya de la corona de la calle 10 y en definitiva, de la zona rosa, ahí está, aguantando los tiempos que corren.