Duimos un jueves y por no ser día de semana perdono a los caleños por no visitar este rinconcito. En una calle sin pretensiones de San Antonio se encuentra este restaurante cuyos dueños han volteado sus mejores esfuerzos. Elegantito, un poco recargado en telas, abriga calurosamente a los comensales. No tiene valet parking, no sé si se estila en la ciudad, sin embargo es difícil la desembarcada al igual que a otros restaurantes a los que tuve la oportunidad de visitar como turista de la bella ciudad de Cali. Los meseros atentos aunque una de las camareras, jovencita, le faltó el caché que solo la experiencia da. No había carta de vinos y me tocaba preguntar por cada uno y sus precios para no tener la consabida sorpresa cuando me presentan la cuenta. En realidad no estaban esos precios fuera de los que la competencia ofrece. El salmón y el lomo biche a la parrilla estuvieron excelentes. El local es acogedor y lástima que el piano no nos dedicó ninguna canción porque están reservadas para el fin de semana.