Lugar céntrico en la "retaguardia" sel Hotel Intercontinental. No tiene valer parking y vas en tu batimovil y dejas estacionado el careo en la calle aledaña te entrentas a un serruchamienro del rabo del mismo cuando pase otro auto. Fuimos tarde al medio día y por cortesía del Chef fuimos excelentemente atendidos. El morrillo por su "slow ccooking" no mostró signos de grasa. Inicialmente comencé a comerlo con cautela y al final me comí las sobras de todos. La entraña, corte típicamente argentino suave como de costumbre e igual a todas las entrañas. El Chef extraordinario, atento y presente. Le auguro muchos éxitos. La cerveza artesanal estuvo amarguita como me gusta.