La comida está bien pero pecan por exceso en cuanto al ambiente. Mientras comimos hubo un señor tocando violín eléctrico, después un mago, luego un saxofonista, todos paseando por el restaurante, sumado a un montón de meseros vestidos de overol. Desde mi punto de vista también un poco sobrevalorada la comida, los precios son muy altos y los platos muy estándar.