Lo bueno: los Chilaquiles Rojos son deliciosos, con los totopos perfectos, una salsa de chile morita no tan picante y ligeramente ahumada, la untuosidad de la yema de huevo y la sazón del pollo; aunque la porción podría ser un poco justa, si no se pide una entrada. Ah, la Panceta Crujiente, ya un clásico del lugar. Lo regular: Las Doraditas de Cerdo Adobado. No se siente el adobo del cerdo. Sin la salsa de chile pasilla y el queso, el sabor sería soso. Lo malo: el Agua Fresca de Jamaica era todo menos fresca. A pesar de que se lo dijimos al mesero y nos ofrecieron cambiarla por otra bebida, ni nos trajeron la nueva bebida, ni la descontaron de la cuenta. Y el ambiente... imposible conversar por el volumen de la banda que tocaba afuera del restaurante.