Un buen ambiente, con espacios suficientes para cada mesa y grupo de personas. Pero realmente desalentador cuando llega la comida, nada del otro mundo. No recomiendo el rabo de toro, ni el arroz negro. Se salvan los cócteles. Mejor dicho, es un lugar más para tomarse algo, pero no para comer. No es fácil el parqueadero y muchos platos que pedimos no estaban disponibles (jueves 8 pm).