Como en ocasiones anteriores, la comida estuvo muy rica. La única queja (y no menor para quienes beben primordialmente agua) es que dejaron de ofrecer agua de marcas reconocidas y tradicionales (por prescindir de las botellas de plástico) y solamente hay agua filtrada. No se puede sacrificar lo más elemental (el sabor del agua) por intentar mostrarse como ecológicos. Además del ridículo y único tamaño de la botella (más de 1 litro), el agua es casi intomable por la cantidad de cloro que lleva. El servicio fue atento, pero podría ser más rápido.