Segunda visita: es increíble realmente. La reforma quedó bellísima en el exterior del restaurante y en el interiorismo que hicieron en el bar. Me gustó que quisieron que el restaurante siguiera siendo lo que es en un sentido estricto: una casa. La comida como siempre: fantástica. Pedí el conejo y me sorprendió su cocción y su sabor único. Aparte tienen sidra para la sobremesa, cosa muy interesante y poco usual. ¡De los mejores restaurantes de Bogotá sin duda! El personal además es muy amable y simpático.