Buen ambiente, pequeño, tradicional, casi familiar. Sin emvargo, un cierto olor a moho no hace agradable la impresión al llegar. La cocina, nada espectacular. Los ingredientes poco afortunados. Una trucha con sabor terroso bañada por una salsa bechamel que sofoca el caviar esparcido. El pato a la Cointreau un poco más honorable, aunque la piel con mucho gordo. La sopa de cebolla bastante fuerte. El pie de manzana, excdente de masa y escaso de manzana. Gilbert Bécaud de fondo salvó la noche.