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Hoy hice mi primera visita a este restaurante, me encontré con un local pequeño pero bastante acogedor, los meseros son muy amables y al igual que el restaurante tienen mucha personalidad. Mi mayor motivación para ir fueron los esquites, ya que al verlos en fotos me parecian auténticos, lamentablemente no habían al igual que horchata, eso me hizo "bajarme de la nube" ya que, si tienes un restaurante con un menú super pequeño y limitado no estaría mal por lo menos tenerlo completo. Ordene nachos con guacamole de entrada, bastante buenos, en su punto de dureza y el guacamole toda una experiencia, luego una quesadilla de frijoles, otro puntazo para este restaurante, sabor muy original y balanceado, más tarde llegaban los tacos de camarón, a mi parecer el punto más alto, camarones empanizados con cocción perfecta, cebolla encurtida y una salsa de maní que te recuerda que estás en un lugar bastante original. Pasemos del cielo al infierno, gracias a mi glotoneria pedí unos tacos de pollo, confiado de que serían una delicia, pero que error, me trajeron un "taco" si se le puede llamar así, la tortilla se rompía con la mirada, el taco tenía un sabor invasivo a canela, un fiasco total. Quería quitarme el mal sabor, así que remate con una quesadilla de chicharrón que pasó sin pena ni gloria, la verdad sólo sabía a queso y eso desiluciona bastante. El Pantera es un lugar interesante, con alma y joven, lamentablemente te deja a medias. ¿Volvería? Si, pero dentro de muchos meses. ¿Que pedir? Tacos de camarón, sin duda.

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