El lugar es agradable en términos de diseño. Sin embargo, su personal no domina bien los temas que se le consultan. Esperaba muchísimo más de un restaurante con un chef galardonado con estrella Michelin. La carta es amplia. Recomiendo el cochinillo lechal. Postres regulares. Como detalle original destaca que, a los cumpleañeros, previo aviso, se les obsequia una piñata de chocolate para "romper" en mesa y los meseros le cantan en italiano y español el Happy Birthday.