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Por primera vez en casi 10 años, fui a Criterion y salí aburrido. Era uno de mis referentes en Bogotá y en Colombia, un lugar donde uno iba a la fija. No sé si el hecho de que los hermanos Rausch ya no estén presentes durante muchos días, haya contribuido para que la experiencia que relataré no haya sido la esperada. Comencemos por la decoración. Unas gigantografías en los muros que no tienen cabida en un restaurante de primera categoría. Unas mesas sin manteles, con peladuras expuestas en la superficie, y muy altas en relación con el diseño de las sillas. Comer incómodo no es agradable. ¿Dónde está el cuidado en los detalles? Pasemos al servicio. A pesar de que era un jueves por la tarde y con pocos comensales, la atención fue lenta. No se esforzaron en hacer sugerencias de platos en función de nuestras preferencias, sino se limitaron a mencionar los más costosos. No es lo que uno espera en un restaurante reconocido por la calidad de su comida. La carta es menos variada que en años anteriores. Faltan más opciones de cerdo y cordero. Al inicio, se extrañó el pan con tomate y queso que ofrecían en otra época. Uno de los panes con cereales tenía la corteza extremadamente dura y seca. De las bebidas, el destacable fue el jugo de fresa con mandarina. No hay quejas de las limonadas ni del jugo de mandarina. Las entradas: Torre de Cangrejo y Carpaccio de Pulpo (7/10). La decoración de los platos es atractiva, pero conspira contra el disfrute de los sabores: una reducción por aquí, unos punticos de otras salsas por allá, y una salsa más aislada en otra parte de la fuente. "Menos es más", decía Jorge Rausch cuando participaba como jurado en Master Chef. ¿No aplica lo que predica? Entre esos dos platos, mejor la Torre de Cangrejo (8,5/10). Los principales fueron Langostinos y Chorizo, Langostinos a la Plancha con Salsa de Foie Gras y Arroz Caldoso con Mariscos. El mejor y que nunca ha fallado, Langostinos y Chorizo, por la combinación de sabores, el tamaño de la ración y la perfecta cocción de los langostinos, el chorizo y la tortilla española. Se pidieron langostinos U10 y eran U10. Temperatura adecuada. 9/10. Los Langostinos a la Plancha con Salsa de Foie Gras: Muy rica la salsa, pero el puré estaba soso, los espárragos no aportaron casi y los langostinos sabían poco a plancha. Además, se pidieron langostinos U10, pero parecían U12. La diferencia de tamaño con los del otro plato era evidente. Temperatura un poco baja. 6,5/10. Y la sorpresa negativa: Arroz Caldoso con Mariscos. ¿Por dónde comenzar? Estaba apenas tibio. El arroz estaba pasado de cocción y se deshacía, cuando debería ser al dente. El caldo no tenía gusto a mar y parecía más bien el fondo para un risotto. Además, era un arroz "caldoso" con poco caldo. ¿Los mariscos? Un triste trozo de pulpo, unos pocos camarones y calamares. Eso sí, mucho pescado, pero no uno blanco sino... salmón. No tiene nada que ver el sabor de esta preparación con salmón vs. la misma con un pescado blanco. La ración era generosa, pero eso no lo salva. Un plato que sería malo en otro restaurante, resulta mediocre para un lugar como Criterion. 2/10. No quedaron ganas de aventurarse con un postre. Entre todos los comensales, concluimos que ni la calidad de la comida ni el servicio se corresponden con los precios que cobran, y que hoy en Bogotá hay lugares donde se come mejor, por incluso menos dinero. No se justifican los casi $400.000 por este almuerzo para 3 personas, con 2 entradas, 3 platos fuertes, sin postres ni alcohol. Para los Rausch, creo que está llegando el momento de evaluar la pertinencia y continuidad de Criterion entre su portafolio de restaurantes, más allá del valor sentimental y simbólico que tenga como primera piedra de sus negocios gastronómicos.

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