La comida es buena pero no impresionante, es un restaurante tradicional, de platos grandes, las entradas y los postres fueron muy buenos pero a los platos principales les faltó fuerza. Pedí el pato pero estaba muy seco y duro, probé las langostinos y las cocadas pero el sabor no destacaba mucho. La empanada argentina, el pulpo y el palmito están muy recomendados así como en crumble de Mora y la milhoja de banano.