Jamás pensé que nos sorprendería tanto. Es un restaurante ubicado al costado de una gasolinera, con un ambiente entre rústico y casual, lindo, limpio y con detalles bien retro. Recomiendo: entrada chorizo santarosano o choclitos. Costillas de cerdo (de las mejores de Bogotá) y el té de frutos rojos de la casa. Volveríamos siempre !!!