Comida
Servicio
Ambiente

Le pregunto al dueño de Tokai-no-men, Akitatsu Mamura, qué significa el nombre del restaurante que regenta. No se acostumbra a hablar español y me pregunto cuánto tiempo habrá estado por acá en Colombia. Mientras se esfuerza por responderme y manotea de manera cíclica, veo a un lado una máquina vieja, que es en la que hace el ramen, y una nevera llena de fideos ya listos para servir. Es un tipo canoso y flaco, y totalmente tranquilo. Logro entender que el nombre del sitio hace referencia al ramen viajando a través del océano pacífico, de Japón a Colombia. Me dice también que durante los últimos años, como su producto estrella, ha viajado de Japón a Colombia y de Colombia a Japón. La existencia de Tokai-no-ramen es demasiado azarosa: están en una esquina de un centro comercial chico y demasiado común, entre un almorzadero exitoso y un extraño restaurante valluno-mexicano. Sin embargo, es el puesto que más resalta del grupo de restaurantes: tiene colgadas banderas gigantes rojas con ideogramas blancos. El menú es sencillo, tres platos de ramen, unos cuantos acompañamientos y las bebidas. Sin embargo, es uno de los mejores sitios de ramen en Bogotá gracias al conocimiento y a la sencillez de su dueño, quien cuida la preparación. Los caldos son deliciosos y tienen la proporción perfecta entre sopa y pasta (esto lo demuestra el tsukemen, un plato en el que la sopa va por un lado y la pasta por el otro, para que uno vaya mezclando). El tsukemen es un pesado y delicioso plato de lengua de vaca (el mesero pierde puntos por no explicar con detalle qué contenía el plato, aunque la sorpresa valió la pena). Esta clase de sitios son los que me gustan: un puesto sencillo, sin artilugios ni arribismos: solo un tipo sirviendo su plato favorito en el culo del mundo.

Comida
Servicio
Ambiente
Ver más comentarios (6)
¡Tu navegador está obsoleto!

Actualiza tu navegador para ver esta página correctamente. Actualizar mi navegador ahora

×