Comida
Servicio
Ambiente

Este restaurante es tranquilo, apacible, sereno. Pareciera no pertenecer al fuego ardiente y a la velocidad de Bogotá. Las calles a su alrededor también son silenciosas. ¿Por qué existe un sitio así aquí, en esta ciudad que parece un muerto acostado que corre? Todo en este restaurante tiene que ver con la exploración reposada de la novedad o de lo que había estado oculto a nuestros ojos. Al contrario de otros tipos de cocina, supuestamente modernos, que lo único que hacen es golpearle el gusto a los comensales, en Dhaba el conocimiento es a un ritmo sosegado. Por ejemplo, la música está a bajo volumen, pero uno alcanza a distinguir notas diversas. La comida y su forma de presentación también es extraña para nosotros; nos saca de un lugar cómoda. Los grados de picante, por ejemplo, están organizados en una escala colombiana y en una escala internacional, así que, en esa misma forma, ya se señala todo un universo por descubrir, más allá de nuestro provincialismo. Como dije, acá nada es apurado: todo se logra comprender a través de la espera.

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