Me sorprendió una decoración muy modesta, nada distintiva. Podría ser cualquier restaurante. La atención también se queda corta. Un mesero que entrega una carta sin guía alguna y un escueto "lea y si no entiende algo me pregunta". Siempre he pensado que si se va a probar comida de un país particular alguien debería guiar en la cultura gastronómica y sus significados. Saber por qué el Yougurt griego es tan sano o porque les encanta el pan pita sería interesante. Le pido recomendación a una mesera que aumenta un poco el nivel de la atención. Al principio atina a narrar la carta por lo que interrumpo y le pido que me diga que platos debo pedir para recordar su restaurante. Recomienda unas croquetas de zucchini bastante ricas. Luego nos entrega un calamar relleno de queso con un gusto a hierbabuena interesante pero que al final se daña con una patadita amarga, me da la impresión que es por la lechuga. Pedimos una copa de vino para acompañar la tenida pero no se asoma ni la sombra de un sommelier que recomiendo un maridaje. Nos trae unas costillas de cordero que a pesar de ser colombiano está muy decente. Me dicen que el chef quien es griego las cría en su finca. Luego un gyro de cordero con mucha cebolla y más bien fuerte de sabor. El postre nada especial, un yogurt griego con almendras y miel. Una experiencia muy ordinaria y nada que recordar.

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