Gran descubrimiento. Un lugar pequeño y grande. Un menú perfecto para el tamaño del local, ambiente perfecto, música a buen volumen, meseros bien entrenados y conocedores, servicio muy oportuno. La comida, sencillamente deliciosa, pedimos tres tipos de ramen, con y sin picante. El caldo en las tres versiones resultó diferente y acorde con la descripción del menú. Ordenamos un tres leches acompañado con helado de tres leches, espectacular. Vale la pena conocerlo, eso si, es mejor reservar, y si no se hace la reserva, vale la pena hacer la fila.