El 7 de junio de 2016, a las 7:00 p.m., mi grupo de 6 personas y otras 4 personas que se encontraban en otra mesa (no había más gente en el área del restaurante donde estábamos), solicitamos el favor de encender el televisor para ver el partido de la Copa América que en ese momento estaba siendo transmitido. Las meseras nos informaron y repitieron que, por orden de la administración, no podían encender el televisor porque la decisión era no transmitir partidos de fútbol, y una de ellas nos expuso que si al fin al cabo Colombia jugaba a las 9:30 p.m., no entendía para qué encender el televisor si a esa hora el restaurante ya estaría cerrado. Así las cosas, nosotros 6 decidimos cambiar de restaurante. Considero que el restaurante debería ofrecer más valores agregados a los clientes (como por ejemplo prender un televisor para ver un partido de fútbol) con el fin de no perder una venta. Y mis palabras no son una queja porque soy consciente de que prender un televisor no es obligación del restaurante, sino que es una recomendación para que el restaurante incremente sus ventas, pues cuando un cliente queda feliz con la atención recibida en un lugar, lleva más clientes a ese lugar.