Antes me gustó demasiado. Después menos y ahora ya no me gusta tanto. Creo que es el caso típico de quienes se duermen sobre los laureles. Es un emplazamiento espectacular para un servicio regular y una comida que en vez de mejorar cada día es menos buena. Vale la pena un esfuerzo por renovarse en servicio y calidad. Pues la ciudad y los precios que cobran lo exigen.