La tradición, la arquitectura típica colonial, y la buena atención de la gente del interior del país, hacen de este lugar un agrado. La comida es sencilla, agradable y típica colombiana. No es la mejor opción pero no está mal. Me gustó mucho para después de una mañana intensa de trabajo. Fue como retornar en el tiempo y recordar los platos de mí abuela. Creo que por eso lo disfruté tanto.