Un lugar muy interesante, además de ser un restaurante se venden antigüedades. Las mesas, las sillas y todo lo que hay alrededor son antigüedades y todas están a la venta. Estos objetos esparcidos alrededor de la casa donde se ubica el restaurante hacen el ambiente muy agradable. En cuanto a la comida, no hay platos a la carta, se maneja un menú del día. Cuando fui me tocó un pollo peruano que estaba un poco pasado de cilantro para mi gusto acompañado de arroz y una ensalada. Estaba rico pero podría estar mejor.