Había ido al restaurante anterior de Leo que quedaba por el centro y fue algo normal. luego de varios años decidí volver y la diferencia fue abismal. Primero, el local es muy agradable, me senté junto a la cocina y es muy interesante poder ver lo que hacen. La comida espectacular, con unos platos que resaltan más que otros pero una buena consistencia en los 8 platos. Los cócteles muy interesantes y queso hacen con licores hechos por ellos mismos. La atención muy buena también. De verdad que vale mucho la pena la experiencia