Iliana Z.

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24/10/2016 Iliana Z.

La experiencia en Villanos en Bermudas fue una de las peores experiencias gastronómicas que he tenido. El ambiente y la coctelería fueron las únicas cosas positivas, y que nos tuvieron contentos a todos. Este comentario es un poco largo, pero recalco lo positivo, lo regular y lo negativo. El menú fue de ocho tiempos (o pasos) y detalla las preocupaciones que tuvimos sobre cada uno de ellos. Nuestra recomendación general al restaurante es que reconsideren el menú, que aunque sabemos que varía, basándonos en el menú de anoche pensamos que necesita una reinvención total. En términos particulares, en caso de que no puedan acomodar comensales con restricciones alimenticias es mejor que no los reciban a que los atiendan mal; necesitan contratar un chef pastelero/repostero que termine la cena, y necesitan balancear los sabores de todos los platos. A nivel de servicio el bar y la coctelería es lo único verdaderamente positivo del restaurante. Por otro lado, el diseño de cocina abierta del lugar permitía a los chefs ver la reacción de las personas en la mesa, y a pesar de que era evidente nuestro descontento en ningún momento se preocuparon por resolver la situación. Es más aunque muchos de los platos regresaron a la cocina casi, sino intactos, los chefs insistían en repetir esos sabores y esos ingredientes. Nunca buscaron satisfacer a los comensales. Lo positivo: Para empezar el sitio nos pareció muy bonito y bien decorado, y el segundo piso que tiene la barra nos gustó a todos. La coctelería en general estuvo muy bien con unos tragos siendo los favoritos por encima de otros como era de esperarse. Lo regular: Varias de las personas en la mesa tenían alergias y llamamos repetidas veces durante la semana para preguntar si era posible hacer cambios al menú, pero nunca logramos que nos contestaran. Sin embargo al llegar nos dijeron que no había ningún problema en hacer los cambios, aunque las personas estaban preparadas para simplemente hacerle compañía a aquellos que podían comer. El hecho que recibieran los comentarios de las alergias nos pareció una buena solución, pero hubiésemos preferido no tener que arriesgarnos a ver si se podía o no. Lo negativo: La comida, lo cual es preocupante al tratarse de un restaurante. Desde que mencioné a mis amigos que iba a ir a Villanos en Bermudas, me recordaron que no era un “tasting menu” sino una comida a 8 tiempos, por ende eso era lo que estaba esperando, incluyendo cambios significativos para adaptar el concepto tradicional a clientes de nuevas generaciones que probablemente no esperan la formalidad de un “servicio a la rusa”. Empero la experiencia no fue ni lo uno, ni lo otro, ni una degustación, lo que me dejó confundida y francamente con hambre. La comida: El primer plato - entremés: Queso de Cabra Este fue el favorito en la mesa. Aunque de hecho estaba rico y todos los disfrutamos, la opinión general fue que el sabor del queso de cabra era demasiado fuerte y abrumaba al resto de los sabores del plato. No existía el balance tan necesario en este tipo de bocados. El segundo plato - La ensalada: Hinojo con piña y crema de yogurt También fue rico, pero un poco insulso. El sabor del hinojo aunque fuerte no es los suficientemente dominante para llevar una ensalada cuya base de sabor es el yogurt. Las opiniones sobre este plato fueron divididas, pero ante todo fue una experiencia suficiente, sin dejar de ser un poco decepcionante. El tercer plato - Papas con mantequilla de ajo - yo esperaba una sopa Primero mi decepción al no recibir una sopa (que sería lo normal en un Servicio a la Rusa tradicional) pasó rápidamente pues había asumido desde el principio que no se iba a seguir el ritmo tradicional, pero volvió al probarlo. La mantequilla no era lo suficientemente fuerte para llevar un plato a base de papas y todo el concepto parecía más un acompañamiento para el séptimo tiempo que un plato en sí. Además el ajo fue una de las alergias que se mencionaron a nuestra llegada, la cual los chefs simplemente decidieron ignorar. El cuarto plato - yema de huevo con yogurt y frijoles. Aunque tradicionalmente es pescado, creo que habríamos aceptado que fuera cualquier otra cosa menos la que nos sirvieron. Este fue el plato en el que todos perdimos la esperanza de una buena experiencia. La fascinación de los chefs con la ceniza se volvió evidente en este plato. Sabor que por cierto no complementaba la espuma de yogurt y que ademas ya nos habían presentado. Los frijoles fueron una mala opción, pero no tan grave como la yema cruda, que aunque experimental llega a parecer perezosa dado los acompañamientos. Nuestra recomendación es que retiren este plato de rotación. El quinto plato - El pan con mantequilla de ajo y yema de huevo Tradicionalmente acá entra un limpiador de paladar al dirigirnos a los platos de fondo. En este caso hubo dos problemas críticos. El primero: Se repitieron dos sabores: la mantequilla de ajo y la yema de huevo. Este es un error garrafal, pues la yema de huevo fue el sabor dominante en el anterior plato, que además la mitad de la mesa devolvió casi intacto. El tiempo entre plato y plato - que era bastante laxo — daba suficiente espacio a los chefs para reorganizar lo que fuese necesario y servir algo diferente, no obstante no lo hicieron. El segundo error fue servir a unos sí y a otros no. Dos de las personas en la mesa eran celiacas (intolerancia auto-inmune al gluten), lo mencionaron al llegar y la solución de los chef fue simplemente no servir el tiempo a esas personas en específico, dejándolas sin uno de los platos mientras los demás comían. Eso es inaceptable. Si no podían acomodar este tiempo a las restricciones alimenticias de los comensales pudieron: 1. haberlo dicho desde el principio; 2. saltarse el plato para toda la mesa y reemplazarlo al final; 3. Crear un plato diferente para las dos personas que no podían comer pan. Lo único que no debieron hacer fue exactamente lo que hicieron. Lo positivo de este plato: el pan gustó mucho a los que lo comieron y escoger un Sourdough que es más bien extraño en Colombia fue una opción interesante. El sexto plato - La corvina Acá debería estar la segunda ensalada, pero eso es lo de menos. El problema del plato es que era obvio que la corvina estaba relativamente recién descongelada (probablemente tenía más de una congelación pues tenía una textura ligeramente babosa que no es normal en la corvina fresca o descongelada lentamente y posteriormente limpiada), no estaba bien cocinada cosa que nunca se debe hacer con la corvina, la cual va cruda, cocinada en limón, o bien hecha, cualquier punto intermedio dará un plato decepcionante como fue el caso de este plato. El séptimo plato - El plato principal - El pollo de campo Primero este no era un plato principal. Tenía solo un acompañamiento, cuyo sabor era un tanto desagradable (y yo soy fan declarada de la berenjena) y el sabor como tal del pollo no era agradable y no era uniforme en toda la carne - un error de preparación. Pero lo más grave es que dos de los platos servidos a la mesa tenían el pollo crudo. No ligeramente crudo, sino crudo. Servir pollo crudo no solo es una mala preparación, sino un riesgo de salud. El octavo plato - el postre - Manzanas con miel y paté Este “postre” habría quedado mejor como el primer plato o como un "amuse-gueule" previo al entremés. El sabor no cerraba la comida y era demasiado salado para ser considerado un postre. El paté como tal tenía una textura batida, que aunque placentera a veces, en este caso no lo fue. Era demasiado fuerte y ocurría lo mismo que en el entremés, un solo sabor abrumaba el resto. Más allá de eso, el paté como tal no era lo suficientemente bueno, ni su textura ni su sabor eran capaces de llevar el plato con éxito. El noveno plato - segundo postre - zanahorias con sorbete de remolacha. Entendimos que este plato llegó como compensación a que el quinto tiempo llegó para unos pero no para otros. Sin embargo este es otro plato que tenía más lugar dentro del resto de la comida que como un postre. Es más este hubiese podido reemplazar el quinto tiempo. Aun así las zanahorias no estaban tiernas; el caramelo o reducción de cacao no sabía a nada y en general era un plato difícil de comer. El problema con la remolacha es el sabor a tierra que desafortunadamente siempre está presente. Es por esto que la extracción del jugo de remolacha no siempre es exitoso como ocurrió en este caso y la textura del sorbete no era placentera tampoco. Creo que este fue el plato, junto con el quinto, que todos en la mesa definieron como el peor. En resumen, la comida como tal fue decepcionante y lo bonito del lugar, innovador del concepto para Colombia y rico de los cocteles no compensa que la atracción principal de la noche es desilusionante por no decir más. La comida fue una pésima experiencia para todos en la mesa, la lentitud del servicio intolerable, el desorden de la presentación y la constante falta de cubiertos solo añadieron insulto al dolor.

Comida
Servicio
Ambiente

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