Un lugar sorprendente en medio del sol cartagenero. El mesero, Klein, fue increíblemente atento. Pedimos una botella de pinto Grigio argentino, excelente, y unas cervezas artesanales deliciosamente heladas. El cebiche de coco, el róbalo y la ensalada de quinta, estuvieron deliciosos. Un pequeño tesoro en Cartagena.