La comida deliciosa, tradicional y mantiene la calidad de siempre. Los calamares, el rabo de toro y los higaditos mis favoritos. El servicio de primera calidad, no se encuentra en ningún otro sitio. El ambiente es lo único que no satisface, toda la vida ha sido oscuro y frío, hay tanto político que está lleno de escoltas y desde que llegas te sientes vigilado, tanto protocolo le quita un poco lo acogedor al sitio y a la cena pero definitivamente un lugar para seguir volviendo