Unos 25 años atrás recuerdo que ir a los restaurantes chinos de Sears y chapinero era una muy buena experiencia, eran baratos y de gran calidad pero con el paso del tiempo los restaurantes chinos se masificaron y perdieron calidad, hasta puntos tan bajos como los que quedan en la calle 17, abajo de la 5. Sin embargo este sitio me recordó esos buenos sabores de antaño de la cocina básica china que se ofrecía en Bogotá, los sabores agridulces, las verduras, el arroz frito, las carnes sofritas en mezclas de vegetales, todo como antes, con un precio mucho más elevado del que los hizo famosos décadas atrás pero sin salir de rango. Lástima que no pude probar el famoso pato pero cuesta 270K y tienes que pedirlo un día antes (dice que es para 4 personas, se lleva a la mesa por el chef y este lo corta y lo sirve en forma de wrap). Por otra parte la atención fue excelente, las meseras son muy cordiales sin ser aburridas ni jartas preguntando pendejadas cada 5 minutos; el ambiente muy relajado y el sitio muy bonito para el precio que maneja; y además fui en bici y tuvieron la amabilidad de cuidarla a la entrada del local así que clasifican como biciamigos. Buen sitio para volver a comer comida china de la básica pero de la buena.