Estuve a la hora del almuerzo, con apenas 2 mesas ocupadas. Es un buen restaurante, con una carta de platos franceses bastante buenos. Pedí el steak St. Moritz, que estaba muy bueno. Mis compañeros de mesa se fueron por el steak encebollado y el steak mostaza y también les fue muy bien. El apple strudel estaba muy bien, para varias personas. Nos dieron un buen paté de cortesía, lástima el pan tan malo con que lo sirven. Como detalle curioso, usan la vajilla del viejo restaurante Temel, que cerró en 1963. Asombrosa resistencia de esos platos.