Lamentablemente al recibirnos en la entrada nos ofrecieron un PESIMO servicio, nuestra reserva no aparecía y nos trataron terriblemente, sin ofrecer solución alguna. Gracias a una de las 3 personas encargadas en la acomodación de los clientes, quien además fue la única en disculparse por lo sucedido, pudimos sentarnos y comer en una mesa como la que habíamos reservado, que además tenían libre y según los otros dos personajes el restaurante estaba full. A pesar de la mala experiencia con los meseros nos atendieron como se debe, extremadamente amables, todo llegó a su debido tiempo y la comida estuvo deliciosa. Para los dos personajes en cuestión: el cliente siempre tiene la razón y es su obligación prestar un EXCELENTE servicio a absolutamente todos sus clientes, sin preferencia por ningún otro... Esto se llama ética profesional, claramente ustedes carecen de ella.

El mejor brunch para un fin de semana, la pastelería es espectacular y claro, lo más importante es Dog friendly!